International Press
Mujer-de-cuello-de-marfil
July 23, 2013
.
La Crónica de Hoy
Mexico
Mujer de cuello de marfil
Rodrigo Labardini
artista Helnwein que rechaza el silencio y profiere el enfrentamiento entre el silencio de los inocentes...
El Anschluss del 1 de septiembre de 1938 cuando Alemania se anexa Austria y Hitler arenga a la población desde el Palacio de Hofsburg, con sus águilas y esculturas, un aura de invencibilidad y posteriormente una dura existencia tratando de hacer pasar por bien el pasado manchado de nazismo, un Presidente (Waldheim) igual manchado, una población que negaba su participación y surge un artista Helnwein que rechaza el silencio y profiere el enfrentamiento entre el silencio de los inocentes, de los niños para rodearlos de la violencia que circunda al pasado y al presente, con su Adoración de los Magos III en donde los tres reyes son mostrados como agentes de la Gestapo rodeando a la virgen y al niño. Mucho se ha sufrido. Mucho dolor se ha asimilado y corregido. Mucho se ha avanzado.

Mujer de color marfil,


Dejas ver en ti la elegancia que a simple


vista te acompaña,


No hay ser vivo que no quiera tomar


un recuerdo tuyo,


Porque tú embriagas a cualquiera con tu ser.


Todos caminan a tu alrededor,


No hay hombre ni mujer que se resista


a tu encanto seductor.


No es igual saber de tus encantos que


tocarte con mis manos.


Los cascos de los caballos hacen música por tu paso,
Mozart acompaña cada uno de


los rincones de tu pecho.


Por ti pasa el tiempo.


Pareciera que fue ayer cuando te pensé.


Hoy te vivo y te siento.


Melancolía no siento,


Sé que te tengo que dejar.


Pero segura estoy que dejaste en mí más


admiración por ti.


E.O.E.
Inferno of the innocents
2011, one man show at the Crocker Art Museum, Sacramento
Toda ciudad tiene sus características y personalidad. Se distinguen entre sí, París no es Nueva York, ni México es Managua. Viena es una mujer de cuello de marfil. Ciudad de majestuosidad, plena. Busca imponer al visitante, dejarle sumido en la admiración, en el aturdimiento mental de saber que hubo titanes y dioses que bajaron del walhalla para construir sus edificios, estructuras que detallan enastado, el presente y el futuro en una sola exhibición. Columnas dóricas, corintias y modernas. Dinteles que dominan la vista, el espacio que les rodea y la presencia del observador.
Pero es una majestuosidad que repara en la equidad, todos los edificios tienen seis pisos máximos de altura, no más, no menos, todos igual que los otros, todos son edificios que, en conjunto, repiten una sola idea: estamos aquí, un árbol sólo hace una sombra, juntos hacemos un bosque de marfil, piedra y cantera. Ustedes, plebeyos, turistas y trabajadores, caminan en nuestras calles y pasadizos, los dejamos hacer para ustedes admirar callejones, calles y plazas. Nosotros, los edificios, y sus dueños, somos los poderosos, pero somos iguales entre nosotros. Y, sin embargo, nuestros edificios sólo pueden tener cierta altura porque los edificios del emperador, el máximo par entre pares, miden esa altura y nadie, por más potentado que sea, puede ser más que el emperador.

El tiempo es único y valioso, tanto que lo atesoramos, lo vendemos y lo usamos a placer. Las cosas y las rutinas funcionan bien y a tiempo, perdidos en la historia están las épocas en que llegaban a destiempo o como en la ciudad de México, que ocho horas después de haberme subido a un tren cuando despierto ¡resulta que no ha salido de la estación!, no, no tenemos tiempo que perder ni gastar, ni ustedes lo tienen para regalar. Por ello, todo es milimétrico con el tiempo, el Metro pasa a las 08:13 horas, no antes ni después; los ferrocarriles avanzan y llegan a tiempo, todo es medido por segundos, se mueven a las 13:14, para llegar a las 18:46 y cuando llegan tarde por 12 minutos, hay una disculpa en el altavoz para reconocer la falta acaecida por una res que se cruzó en el camino y distrajo vehículos, peatones y grúas que trajeron allende el valle.

Vistes de marfil, de casi blanco para ser más pura, más atractiva y limpia a la vista, para calmar a todos y así ser mejor recibida y ofrecer mayor tranquilidad al que visita sus calles y al que habita en ellas. Esculturas múltiples, varias, Poseidón, águilas, serpientes, se muestra a la esperanza que vence a la falsedad, la justicia por encima del pasado, y el presente que lucha por salir de entre el silencio del mármol.

Los caballos mismos, que en la escuela española están de vacaciones -también tienen que descansar-, jalan las calandrias, pero no son jamelgos como en Nicaragua que enseñan al mundo lo profundo de sus huesos y corvas, aquí son señoras bestias de 18 cuartas, nutridos en serio; incluso esos caballos no osan manchar a la ciudad con sus heces, pues las depositan en canastas/receptáculos en sus patas traseras. Y, si acaso alguna cayera al piso, en la noche pasa una barredera mecanizada que limpia las calles. Todo para mostrar una ciudad lìmpida y prístina a la mañana siguiente a turistas y locales.

No podemos olvidar, sin embargo, los siglos y tiempos de penar y crúor que han pasado sus calles. El Anschluss del 1 de septiembre de 1938 cuando Alemania se anexa Austria y Hitler arenga a la población desde el Palacio de Hofsburg, con sus águilas y esculturas, un aura de invencibilidad y posteriormente una dura existencia tratando de hacer pasar por bien el pasado manchado de nazismo, un Presidente (Waldheim) igual manchado, una población que negaba su participación y surge un artista Helnwein que rechaza el silencio y profiere el enfrentamiento entre el silencio de los inocentes, de los niños para rodearlos de la violencia que circunda al pasado y al presente, con su Adoración de los Magos III en donde los tres reyes son mostrados como agentes de la Gestapo rodeando a la virgen y al niño. Mucho se ha sufrido. Mucho dolor se ha asimilado y corregido. Mucho se ha avanzado.

Qué contraste cuando en México, ya no hablamos de ferrocarriles, ni el de Cuernavaca, y el único que nos queda es el Chepe que cruza de Chihuahua al Pacífico en las Barrancas del Cobre y ése se mantiene sólo porque es turístico y en ese universo no importa tanta la puntualidad como las vistas impresionantes de los valles y montañas. Qué decir cuando en México, hemos llegado a hablar sólo de los muertos que hay, los más de sesenta mil; pero ya no preguntamos la razón ni los motivos. Se han vuelto rutina. La muerte tiene permiso.
rodrigo.labardini@live.com.mx




back to the top