“El estudio, cuando se dedica a lograr la perfección, "reseca la marea", ejemplificando del siguiente modo con la obre de Uccelo:
“…el trabajo de Uccelo fue propio de un "genio original e imaginativo, pero desperdició talento y fuerza trabajando en la perspectiva". "Ya que, aunque estos estudios (es decir, la perspectiva) son meritorios y válidos en sí mismos, aquél que se consagra a ellos sin medida… agota su intelecto y debilita la fuerza de su concepción, hasta tal punto que con frecuencia disminuye la fertilidad y veracidad de sus recursos convirtiéndolos en estériles e ineficaces.”
Habría que preguntarnos si esta advertencia de hace más de 500 años no debería de ser producto de una nueva lectura, para hallarnos que precisamente, muchos de los artistas se hallan en esta segunda etá, no solo exponentes de las artes tradicionales, sino incluso de las artes conceptuales, y que si bien, los estudios sobre la perspectiva han sido reemplazados por otros, son igualmente desgastantes para artistas con un extraordinario potencial, pero que el perfeccionamiento de determinad a técnica, terminan por dejar de lado lo que les podría conducir a la creación de una obra válida en todo aspecto del arte, o bien al contrario, aquellos que en la investigación de temas específicos, se alejan cada vez más del arte cayendo en terrenos de la filosofía, la estadística, la ciencia o la antropología, razón por la cual, sus resultados responderían con mayor eficacia en estos campos específicos, pero que en el área del arte, constantemente producen resultados que no corresponden a la profundidad de su investigación o razonamiento previo.
Con motivo de la exposición “Los Nuevos grandes maestros” llevada a cabo en las instalaciones del museo “El Centenario”, en San Pedro Garza García, Nuevo León, la ya mencionada Avelina Lesper hace un comentario positivo respecto a la labor de jóvenes pintores emergentes (algunos de ellos ya en galerías importantes), que se dan cita bajo el discurso de la pintura figurativa como un valor real e indiscutible en el arte actual. Cada cual con su propuesta, presentan obras señaladas puntualmente por Lesper con frases del tipo:
“…”maestros” determinante para separar a los aficionados que se autodenominan artistas a priori de los verdaderos creadores.”
(Disponible en: http://avelinalesper.blogspot.com/2011/07/nuevos-grandes-maestros.html )
En contraparte, la critica María Minera, escribe en la revista “Letras Libres” el artículo: “Artistas del placebo” (http://www.letraslibres.com/revista/artes-y-medios/artistas-del-placebo?page=0,1 ) donde tilda a estos mismos autores de hacer arte obsoleto y retrograda, con frases como: “esos artistas que no consiguen, o no quieren, adoptar el nuevo vocabulario y permanecen dándole vueltas a la manera anterior”.
Me ha parecido interesante esta ocasión para hablar de un punto que he mencionado con anterioridad, esto es, cuando los rencores personales y las descalificaciones de una disciplina afectan el dictamen completo de una exhibición.
Por ejemplo, en el caso de Lesper, al inicio del artículo menciona:
“…Hablar hoy de “Nuevos Maestros” es una responsabilidad porque todos son maestros. Vemos en los espacios expositivos juguetes, detritus, papel arrugado y mojado, videos sin sentido, y la curaduría, museos y galerías los anuncian como gran aquí y ahora del arte… todo está en un rango de igualdad que lo ahoga en la monotonía. La pintura, el dibujo y la escultura son marginados de los espacios expositivos porque en ellos todo es condenable…”
Ya de inicio, Avelina Lesper amenaza con la validez de los pintores por el simple hecho de serlo, justifica un título a lo menos pretencioso y aprovecha para establecer su superioridad sobre el arte conceptual, una postura válida pero que condena, como veremos adelante, la objetividad de la exposición, que si bien, puede resultar un balde de agua fresca a los que están hartos del arte conceptual, no se escapa de una cierta autocomplacencia muy similar a la que mueve a los artistas conceptuales a validar sus propias obras y exposiciones.
Por el otro lado, y como una clara alusión a la crítica de Lesper, María Minera responde (Al menos ahora sabemos que los críticos leen a críticos) de la siguiente forma:
·”…Lo que preocupa es que haya jóvenes que no se tomen siquiera la molestia de asomarse al futuro, sino que elijan, de entrada, quedarse atrás… Esta nueva escolástica parece pedir algo más que un regreso a las formas clásicas. Aquí hay otra cosa: ¿nostalgia por la ortodoxia? ¿Cómo puede un joven tener nostalgia de nada, por dios? ¿Miedo a la libertad? ¿A equivocarse?...”
Descalificación de un genero como formula valida de crítica artística, ¿Pero ambas criticas son obsoletas? ¿No se puede aprender algo de ellas?
Es obvio que la reacción de un artista ante cuestionamientos tan graves como los de Minera provocan un repliegue hacía el mismo grupo que valida su estilo, recurso también utilizado por los grupos conceptuales, sin embargo, es cierto que el desarrollo de Minera es menos complaciente (Si bien, muy poco objetivo) que la crítica de Lesper, quién en su afán de validar la pintura como arte superior, hace breves comentarios positivos de cada pintura otorgándoles valores distintivos como si se tratara de condecoraciones militares.
La exposición de Jóvenes Maestros, en efecto revela un grupo de artistas que han optado por la pintura figurativa como herramienta, pero también revela que, incluso entre ellos, hay algunos que comprenden la importancia de una obra de arte integral como búsqueda para la pintura tradicional, así pues, a pesar de estar en el mismo espacio de exhibición, la superioridad de algunos autores es obvia en una lectura incluso superficial, por ejemplo, Los Colibríes de David Meraz palidecen al lado de Rolando Sosa o del realismo de Rafael Rodríguez, no hay comparación, he aquí el gran error de la exhibición, se ha entendido como norma para catalogar a estos “grandes maestros” la técnica de los pintores, dejando de lado la labor conceptual de la pintura, esto es, lo que debería de señalarse al defender la pintura en el arte actual, su labor conocida y olvidada como un arte tanto conceptual como técnico, capaz de interpretar reflexiones intelectuales a través del idioma de la plástica.
David Meraz
Rolando Sosa
Rafael Rodríguez
María Minera nos dice:
“Y si lo que queda es solo el aspecto, y ese aspecto puede alcanzarse por otros medios, digamos, una fotografía o un video, entonces da más o menos lo mismo que sea o no una pintura o una escultura tradicionales…”.
¿No era esta otra llaga ya cerrada?. No se pinta por la búsqueda del aspecto, se pinta por la pintura como un motivo, un concepto con implicaciones personales, se tiene que entender la pintura como un elemento en sí mismo, al margen de lo representado, sin embargo, si el pintor tiene como prioridad el desarrollo técnico, es entonces que el pintor incurre en un error, la imitación del Rafael o del Rembrandt, es tan valiosa y cuestionable como la imitación del Duchamp, los grandes pintores históricos no lo fueron solo porque su técnica fuera necesariamente la mejor de su tiempo, sino por su capacidad intelectual para romper esquemas y transgredir los límites de la propia pintura, el realismo tiene los recursos de cientos de años de evolución, la intención de la innovación es lo que provoca de inicio la búsqueda de un arte que vaya más allá del arte que, aunque magistral, no ofrece sino satisfacción estética, que no intelectual.